¡COMPAÑERA EVITA, AQUI ESTAMOS!

Médanos, Entre Ríos 1948 : Los gurises del caserío, todos los días íbamos a mirar el tren. Pero este era “otro tren”. No tenía muchos pasajeros.
Cuando paro en la estación, las mujeres de la fundación sacaban de los vagones de carga, sábanas, colchones, frazadas y máquinas de coser.
Del lado del andén, una mujer rubia, sonriente y feliz entregaba “billetes grandes” a los viejos del pueblo y juguetes a los gurisitos descalzos. De pronto, un viento fuerte, esa hermosa mujer tiraba puñados de billetes en el andén, que volaban para todas partes.
Mi hermano BABY y yo (3 y 4 años) juntábamos aquellos “canarios” (muchos).
Vimos a un viejito encorvado a quienes todos llamábamos “el abuelo Arellano” y le entregábamos todos los billetes, mientras acomodaba con lágrimas en los ojos, y el tren comenzaba a andar, el viejito murmuraba “¡Qué Dios la guarde Señora!

Quilmes, 1951: El General había expropiado la cervecería “quilmes” de los Bemberg y la había transferido a los capataces y obreros.
Ese día, en el lujoso “Club Alemán” al lado de las vías, frente a la calle Berutti; el General y Evita les entregaba a los trabajadores de la “Quilmes”.
Desde mis siete años asombrados, un auto largo y ancho, venia despacito, entre los gritos y las lágrimas de la gente; con la misma señora del tren y un militar vestido de gala.
A su alrededor, por todos lados, hombres con enormes bolsas , recogían miles y miles de cartas del pueblo para sus líderes.

Quilmes, 1961: quinto año de un colegio nocturno. Peronismo traicionado y proscrito. Un querido profesor de historia nos dijo: el que quería afiliarse clandestinamente, que me avise.
Eran tiempos bravos, estaba naciendo la muchachada del Perón Vuelve.
Allá fuimos, cuando tuve mi carnet, levante la mirada y dije: ¡compañera Evita! Aquí estamos!!! No lo supo ni mi familia.

Hoy a 37 años de aquel día, vuelvo a mirar al cielo y repito:

¡¡COMPAÑERA EVITA, AQUÍ ESTAMOS!!